En Majadahonda tenemos un edifico en ruinas. No es fácil encontrarlos y mucho menos entrar en ellos, pero está ahí. Un antiguo ambulatorio dejado de la mano de Dios y que resiste el tiempo justo al lado del «nuevo»; es una cuestión de contrastes.
Los edificios abandonados siempre levantan inquietud entre los que los vemos (ya sea en fotografías o in situ); nos evocan misterios, pánico y un montón de sensaciones que nos hacen imaginar sucesos que nunca acontecieron allí, pero que bien podrían haber ocurrido. ¿Cómo se degenera un edificio hasta este estado? Bueno, más bien «lo degeneran», porque está claro que las pintadas no aparecen solas.
Desde que vivo aquí, he tenido la intención de plantarme dentro con la cámara; incluso antes de tener cámara. Supongo que se juntaba mi afán por lo inquietante y el morbo de saber cuánto tiempo podría estar ahí dentro sin empezar a imaginarme voces, gritos o lamentos de fantasmas.
Hoy hacía buen día (demasiado para mi gusto) y he aprovechado las pocas horas de sol que nos brinda el otoño para intentar colarme. Mas no ha podido ser; he tenido que conformarme con hacer fotos rodeando al edificio y esquivando como he podido las vallas, verjas y hasta el perro (perra) vigilante; sí, sí, resulta que hay gente que vive en una caseta cerca, vigilando que no se cuele nadie; y, a juzgar por el carisma del canino guardián, casi me atrevo a constatar que a pocos le quedarán ganas de arrimarse a la verja después de un primer encontronazo con ella. Trancas, se llamaba la tía. Lo sé porque así la llamaba la «simpática muchacha» (modo irónico off) que amablemente me ha incitado a que dejase de disparar.
«Como si ella hiciera fotos a mi casa» ¿Pero es que vivís ahí? ¿Y os queda cordura? No sé ella, pero sí que conozco a más de uno que no aguantaría vivir allí más de unas horas nocturnas. Porque, el sitio, incluso de día, acojona.
Y ahí sigue; y seguirá hasta que lo traspasen o vendan el terreno; cosa que, a razón del tiempo que lleva en el mismo estado, se me antoja muy pero que muy lejana.
En cuanto a las fotos, poca cosa. El cielo sin una nube y ese sol tan verdugo, no me han ayudado demasiado, pero algo he podido salvar y como no sé cuándo volveré a pararme delante «nikon en mano», aquí os las dejo.
Aquí he puesto sólo algunas fotografías; el resto, podéis verlas en Flickr.