No me gusta el Principito. Llamadme raro. O insensible. O lo que os de la gana. Pero me aburre. Lo considero un mito sobrevalorado que no entendí en su momento y que hoy por hoy me resulta apático e intrascendente, y del que apenas tengo ganas de saber nada.
Puede que sea una de las pocas personas que lo haya dejado a medias; que yo sepa, sólo conozco a otra a la que le haya pasado lo mismo. Lo tengo en casa por error (me lo dejaron y el préstamo se dilató en el tiempo) y nunca me apetece coger y abrirlo sólo para no leer esos párrafos tan cortos y tan llenos de cosas que no me interesan y de ver los dibujos que lo han ayudado a convertirse en lo que «El Principito» es hoy por hoy. Gracias, pero no.
Por eso, cuando hace unos días me enteré de que la siguiente sesión de Dibujo Madrid versaría sobre este personajillo, me invadió una pereza de proporciones baobianas. No me apetecía dibujar. Rizando el rizo, la sesión sería un espectáculo de farándula musical de la mano de la intérprete que representaba al personaje.
En un tris estuve de saltarme la sesión y quedarme jugando al pinpon en el parque, con el buen día que hacía. Ni tan siquiera me entraban ganas de hacer fotos, pese a haberme llevado la cámara a cuestas durante todo el santo día. Así estaba el percal.
Pero ocurre que ante la adversidad, uno se crece. Y en un momento de lucided, me dije: «qué coño; no siempre todo va a ser bueno; vamos a ver qué pasa con esto»; y ahí empezó todo.
Carolina, llevaba la voz (y vaya voz) cantante (y vaya cantante) de la historia. ataviada con un traje de lentejuelas, supo dar y entregarme (bueno, no sólo a mi, sino a todos) un repertorio espectacular del que espero que alguno de mis compis dibujantes o fotógrafos tenga a bien de haber recogido en video.
La adaptación del Principito a un contexto atemporal también tuvo su gracia, pues nunca estuvo Carolina sola en el escenario. Cierto que no hubo baobabs, ni serpientes comelefantes, ni zorros… pero estuvieron todos los demás.
Sigue sin gustarme el Principito, pero lo de ayer fue algo distinto.
Os dejo los dibujos. En breve, las fotos.
Qué bonitos quedan con el trazo azul.
¡Raro! ¡Insensible! ¡Lo que nos de la gana!
Y manco. Sobre todo, manco.