El próximo domingo (13 de julio de 2014 para futuras referencias), un grupo de amigos dibujantes volveremos a juntarnos por quinta vez en El Retiro para hacer lo que en su origen decidimos denominar como Retratos Tróspidos.
Pero antes de entrar en detalles, lo suyo sería ofrecer alguna luz a los que a día de hoy no estén familiarizados con la trospidez o la trospidología. El término «tróspido» lo acuñó, muy acertadamente, el Hematocrítico en su twitter allá por el año 2006, cuando en un comentario de aquél gran programa televisivo de Cuatro que fue «¿Quién quiere casarse con mi hijo?» un amigo le dijo, en gallego que son de allí, «pódeste casar coa túa prima, pero sáenche os fillos tróspidos (podrás casarte con tu prima pero te saldrán los hijos tróspidos)«. A raíz de esta frase, el término se extendió como la pólvora convirtiéndose rápidamente en trending topic, en hashtag en twitter y en neologismo aún no incluido (pero tiempo al tiempo) en el DRAE.
Cada cual le da el término al término tróspido el sentido que le parece más favorable: «hoy he tenido un día tróspido», «tengo un jefe que me ha hecho un encargo un tanto tóspido», «patinas un tanto tróspidamente», etc…. Para mí, la definición de tróspido vendría a ser algo con intención pero que no llega a ser lo que pretende; o «casi… pero no«.
Por otro lado, hace tiempo vi, casualmente, una foto que me hizo mucha gracia. Mostraba el típico caballete de retratistas que encontramos en cualquier concurrida plaza turística de ámbito internacional, con una muestra de los dibujos del artista. Lo que pasa es que era un tanto peculiar:
En seguida en mi cabeza se relacionaron la trospidología y el retratismo de batalla y pensé: «esto tiene que molar«. Yo dibujo; me gusta hacer retratos y tengo amigos a los que seguro que puedo liar convencer para pasar una mañana dibujando. Y voilá, Retratos Tróspidos montado.
La idea era (es) la siguiente: juntarnos en un lugar transitado y turístico donde no pudieran decirnos nada por sacar los bártulos y dibujar (por eso elegimos El Retiro, porque a ver quien tiene huevos de ponerse a hacer esto en La Plaza Mayor sin un permiso municipal) y sentarnos a esperar víctimas inocentes que quisieran ser retratadas pero que al mismo tiempo no esperaran verse reflejadas en los dibujos. Algo así como lo que debieron soportar Las señoritas de Avignon después de ver el cuadro, para entendernos («Joder Picasso, te has pasado un poco, ¿no? Es que no me veo reflejada… no me has captado bien… no soy así») . Tristemente, aunque la intención era buena, la gente con estas espectativas tan bipolares son un bien muy escaso para cualquier artista, y menos un domingo por la mañana turisteando por Madrid. Aunque en el cartel ya avisamos de que los retratos son tróspidos (intentamos que se parezcan pero es que no nos da la vida) lo tenemos que explicar. Y aún así, siempre terminamos intentando agradar a la gente y nos esforzamos por encontrar cierto parecido amable con el retratado. Pero claro, es difícil encontrar ese parecido y plasmarlo en el papel… en dos minutos.
¿Qué te vas a encontrar si quieres ser tróspidamente retratado por nosotros?
De entrada, el número de dibujantes va in crescendo edición tras edición. Empezamos siendo seis y el último día, en un momento dado llegamos a ser doce. Este domingo, de momento, el número asciende a trece apuntados a garabatear.
Si ver a tanta gente dibujando a la vez no te acojona impresiona quieres arriesgarte a posar bajo nuestro lema «no se garantiza el parecido pero sí la diversión» te puedes acomodar en la silla del modelo (uno por turno, aunque hemos tenido excepciones) y aguantar el tipo durante ciento veinte segundos. Parece una tontuna, pero es que hay quien es incapaz de estarse quieta incluso durante ese tiempo. Otro aviso: Ya os dibujamos mal nosotros, no hace falta que os mováis para salir todavía peor.
Pasado ese tiempo, procedemos a espantar al modelo y le mostramos nuestras perpetraciones tróspidas. Sorprendentemente, mucho de los dibujos terminan por parecerse, ¡¡¡aunque no es la idea!!! y la gente se siente encadilada con nosotros, por ser unos chicos tan habilidosos y majetes (y es que de verdad que lo somos). Otros en cambio «no se ven» (me encanta esta frase); diantre ¿qué esperabais en dos minutos? ¿un Velázquez? y tuercen el morro. En estos casos es cuando puede decirse que hemos cumplido bien con nuestra trospidez.
Transcurrido el primer shock, informamos del negocio. Realmente, negocio, lo que se dice negocio… pues no hay, aunque claro, ofrecemos a los más dispuestos adquirir a un precio pírrico los retratos que más le gusten… o menos le aterroricen; a nosotros nos sirve ese argumento también. También ofrecemos la posibilidad de irse sin ninguno: la compra no es obligatoria, aunque por mera decencia, es raro que nadie se lleve a su casa un retrato chungo por menos de un euro. De hecho, en ocasiones nos han ofrecido más de lo que pedíamos; porque sí, porque lo valemos y porque también hay gente agradecida a la que no le importa aflojar un poco la cartera a cambio de pasar unos minutos entretenido y llevarse luego unos dibujos de recuerdo, por muy tróspidos que sean.
Lo cierto es que tenemos especial éxito entre las familias con niños. Los padres -inocentes- quieren llevarse dibujos de sus nenes para decorar el salón. Yo creo que la trospidología retratil (olé mis huevos el término) está aún en los albores de ser considerada como arte exponible (esto es, que se puede exponer sin que se le quemen las retinas al espectador), pero allá ellos; nosotros ponemos, durante dos minutejos, toda la carne en el asador para lograr un parecido menos que razonable. No siempre se consigue, pero se intenta, y como total no hay compromiso, pues todos amigos. Un consejo, por si os animáis a venir: sed consecuentes; que vamos a machete y el parecido es una opción pero no una prioridad; por lo tanto el «no me veo reflejado» (dibujamos en papeles, no en espejos), el «no me habéis captado bien» (no has dejado de girar el cavolo para todos lados y por eso tienes un ojo más grande que otro) o el «yo no soy así» (lo sentimos, pero es tu edad y son tus arrugas) nos quedan grandes y vivimos por encima de esas expresiones, así que os podéis imaginar por encima de qué dibujamos. Sorprendeos, pero no os enfadeis, porque nos da igual.
A continuación, y mientras preparamos (plural mayestático condensado en Paula que se ofreció gustosa) el blog de los retratos tróspidos, os dejo con algunos de los dibujos que conservo. O lo que es lo mismo, los tróspidos de verdad, los que los retratados no han querido, para que veáis por qué. Y ojo, que no es porque el dibujo, esté mejor o peor, es básicamente porque apenas se parecen al modelo, «o no se ven reflejados» o «no le capté bien» o «no son así».
Sed valientes, enfrentaos a un tróspido.
I love your portrait stheckes, beautiful ease of line and color flow, also the wonderful composition on the page with these two.fun to see Antf3nia and Enrique!
Thank you very much!!! I hope see you son again in the next Edition of «Retratos Tróspidos» :-D.
Jajajajaja, muy bueno.